20/4/07

DOCTOR ¿POR QUÉ DROGA A MI HIJO?



Puede que sólo seamos un conjunto de neuronas, que las características que nos definen como personas y que nos hacen únicos y diferentes de los demás están ya determinados antes de nuestro nacimiento. Con la genética respondemos a cualquier pregunta sobre comportamiento humano, la genética explica la adicción al tabaco, el alcoholismo, la agresividad, la ludopatía, si viviremos en pareja … incluso pude escuchar a un sesudo genetista en la televisión afirmando que el hecho de que nos guste la música clásica o el heavy metal está determinado genéticamente (menudo descubrimiento, de todos es conocida la gran influencia que tuvo Van Hallen en el desarrollo del Australopitecus).
No niego la influencia de la genética, sólo advierto que es un buen instrumento para darle una base fisiológica a cualquier comportamiento y por tanto una buena justificación para medicar.
A lo mejor tiene usted un hijo o hija que no se está quieto un segundo, que no es capaz de prestar atención, que da la sensación de tener una energía interminable que nunca se agota, tiene un mal comportamiento y su rendimiento escolar es lamentable. Seguramente usted, padre preocupado se lo comente al especialista, o quizá sea el profesorado del colegio de su de su hijo o hija el que se lo recomiende, es muy probable que este especialista, y teniendo en cuenta los síntomas arriba mencionados, le diga que su hijo padece Trastorno por Déficit Atencional con o sin Hiperactividad, una vez realizado el diagnostico, tiene usted más de un 65% de probabilidades (en España) de que le receten medicación psicoestimulante (en España comercializada como Concerta o Rubifen, fuera de España, el archiconocido Ritalin). Es muy probable que se la receten como quien receta una aspirina (que por cierto está resultando menos inocua de lo que parecía), sin más explicación. Bien, antes de administrarle a su hijo la medicación lea los siguientes datos:
- El componente activo de la medicación que le recomiendan es le metilfenidato.
-El metilfenidato es un derivado directo de la anfetamina y funcionalmente similar a la cocaína. Es decir el metilfenidato tiene una estructura molecular similar a la anfetamina y un efecto sobre el organismo similar a la cocaína, de hecho algunos especialistas críticos lo han denominado “cocaína pediátrica”.
-Que algunos expertos ponen en duda la propia existencia del trastorno como tal, de hecho el TDAH no está considerado una enfermedad, sino un síndrome, es decir un conjunto de síntomas. Por lo que su diagnostico depende de pruebas totalmente subjetivas en base a la observación y a los informes de padres y profesores.
-El Doctor Peter Breggin afirma que la mayoría de las pruebas utilizadas como síntomas del TDAH son expresiones de niños normales aburridos, frustrados, asustados, enojados, traumatizados, indisciplinados o solitarios, que requieren otro tipo de tratamiento.
- Que la DEA norteamericana considera al metilfenidato junto con las anfetaminas, la cocaína y la morfina como las drogas más adictivas que existen. (Aunque en este país hay algún especialista que afirma que hasta los 16 años no producen adicción ¿¿¿????, lo que no conozco es cuál es el mecanismo por el que se explica que un chaval de 15 años no se queda enganchado y uno de 16 si).


De cualquier manera si usted conoce estos datos y los pone en conocimiento del médico, él siempre podrá advertirle que si este problema no se trata con medicación, podría derivar en trastorno oposicionista desafiante, trastornos emocionales, retrasos específicos motores o del lenguaje, trastornos del lenguaje o síndrome de la Tourette. Lo que le provocará una especial preocupación, aunque debería conocer las siguientes investigaciones:
Firestone et al. (1998) descubrieron que el metilfenidato causaba deterioro marcado, comparado con placebo, donde el 69% se entristecía y el 62% perdía el interés.
Mayes et al (1994) descubrieron que el 20% de los niños se volvían letárgicos, adormilados, cansados, deprimidos, atontados, sometidos e inactivos.
Barkley et al. (1990) descubrieron propensión al llanto en el 10% de los niños que consumían dosis bajas del metilfenidato.
Schachar et al. (1997) documentaron que el 10% de los niños padecían efectos secundarios severos, marcada alteración de conducta, tristeza, deterioro mental, irritabilidad, retiro, letargo, comportamiento violento, manía y disforia.
Castellanos et al. (1997), encontraron que el 25% los niños bajo el metilfenidato desarrollaban reacciones adversas y comportamiento obsesivo compulsivo.
Borcherding et al. (1990), encontraron que el 51% de los niños bajo dextroanfetaminas y metilfenidato desarrollaban obsesión y compulsión.
Tampoco estaría mal tener en cuenta que el Comité de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño expresó recientemente su preocupación por el hecho de que el TDAH está siendo mal diagnosticado y por consiguiente se estén sobreprescribiendo drogas psicoestimulantes a pesar de la evidencia creciente de los efectos dañinos de las mismas.
También debería conocer que el metilfenidato puede provocar alucinaciones visuales, ideas suicidas, comportamientos psicópatas, agresividad y actitudes violentas.
Una vez informados, algunos padres podrán pensar que se está poniendo en riesgo la felicidad de su hijo, que su hijo tiene un trastorno muy grave y que de todas maneras la administración de psicoestimulantes es la menos mala de las soluciones. Pues bien, el hecho es que la investigación ha sido capaz de demostrar que el metilfenidato “sólo es efectivo para reducir la conducta disruptiva, pero no mejoran el rendimiento académico, las conductas de relación interpersonal, ni los síntomas asociados con la conducta oposicional-desafiante, la ansiedad la tristeza o las relaciones familiares…” es decir el único “efecto positivo” es que los estimulantes reducen los comportamientos que a padres y profesores nos resultan molestos, reduciendo además la conducta espontánea del niño, sin que se derive ningún efecto positivo para ellos.
Si no benefician a los niños diagnosticados de TDAH, y además tienen serios efectos secundarios y si no hay demostración de que el propio síndrome tenga alguna causa de origen orgánico, ¿por qué se prescriben los psicoestimulantes?
La OMS estima la incidencia de este trastorno en menos de un 5% de la población infantil sin embargo en EEUU un 15% de los niños está tomando Ritalín.
Probablemente el único interlocutor válido aclarar estas cuestiones sean las compañías farmacéuticas que se benefician de esta situación (en Estados Unidos el mercado de drogas para el TDAH produce valores superiores a los 3.100 millones de dólares). Aunque hay algún experto que da respuestas muy interesantes:
· Parece que está demostrado que los niños “hiperactivos” corren un riesgo serio de ser futuros drogodependientes.
*Con esta afirmación está totalmente justificada la “guerra preventiva” para evitar una guerra: para que no sean adultos drogodependientes los haremos niños drogodependientes.Es especialmente interesante conocer que un informe del Nacional Center on Addiction and Substance Abuse reveló que el abuso en la adolescencia de drogas de prescripción producía 12 veces más probabilidades de consumir heroína, 14 veces más probabilidades de consumir éxtasis y 21 veces más probabilidades de consumir cocaína.
· El Dr Claude Jolicoeur (un eminentísimo especialista canadiense en esta “enfermedad”)afirma que “si el niño es maltratado en casa a consecuencia de su comportamiento y si es una pequeña arpía a punto de provocar un divorcio la mejor opción es darle el medicamento”
*Curioso juego de responsabilidades en el maltrato, yo pensaba que en estos casos la víctima era el maltratado, pero no, parece que en este caso los papas son víctimas de las “pequeñas arpías”. De cualquier manera hay que decir que este señor recomienda la prescripción de este medicamento antes de los tres años “en casos extremos” ya que ahora podemos identificarlos por comportamientos muy claros “es un bebé que repentinamente se pone andar y a correr sin motivo, a trepar sobre todo. A partir de los dos años, se despierta por la noche cada dos por tres y además (y esto es lo mas cachondo) odia ser pillado en el momento de su diablura”. Terrible ¿no?, pero miro a mi niño de 15 meses y me pongo a temblar.
Por último aclarar que no quiero minimizar el problema de muchos padres de niños que son diagnosticados de TDAH, simplemente quiero decir, que hay más explicaciones que las que les han dado y sobre todo hay distintas soluciones.

1 comentario:

ASPERCAN dijo...

Ante la pregunta, hace ya algunos años, del neuropediatra del Hospital, boli en ristre, de "¿Su hija se porta bien en clase?" (qué difícil responder a eso: defíname "portarse" y defíname "bien"), mi respuesta fue: "pues... lleva casi dos horas en su sala de espera leyendo (releyendo) un libro de dinosaurios; del colegio no tengo quejas; ahora, si me quiere mandar un tranquimazín a mí..."

En las revisiones semestrales del Hospital suelen preguntarme otra vez lo mismo. No todos (todas), eh.