28/5/16

ODA A LA PSEUDOCIENCIA: LA PARTE DE LA HISTORIA QUE LE FALTA A LA HISTORIA COMPLETA


 
Pues resulta que el menda es el orgulloso presidente de la Asociación de Terapia Familiar e Mediación de Galicia y responsable último (que no único) de que el pasado 14 de mayo Robert Whitaker impartiera un seminario en Santiago de Compostela algo que quiero recalcar ya que, en contra de lo dicho en algún medio de comunicación no fue la USC quién invitó a Whitaker, fue la ATFMG quien lo hizo, la Facultad de Psicología se limitó a ceder el espacio como tantas veces lo ha hecho para el desarrollo de nuestras actividades (así como las actividades de otras organizaciones vinculadas a la psicología). Y aclaro esto no por querer apropiarme del mérito, si no para desvincular a la USC y al Decanato de la Facultad de Psicología de esta actividad, habida cuenta de las críticas que se sucedieron en torno a este evento.
Estas críticas son las que han hecho que retomara este espacio a falta de otro mejor, a pesar de que había tomado la decisión de abandonarlo definitivamente, con la función que ha tenido en otras ocasiones de aliviar mis cabreos.
El caso es que puesta en marcha una actividad que había generado gran expectación, con un considerable número de inscripciones y a 24 horas de su comienzo me informan de que la Decana de nuestra Facultad había recibido un escrito solicitando que la Facultad de Psicología de Santiago no acogiera el seminario. Y lo hicieron aludiendo a razones vagas y medias verdades además del consabido reparto de carnés (carné de quién puede hablar de qué,  carnés de científicos y carnés de pseudocientíficos). La primera de las razones de la queja presentada tiene que ver con que “Robert Whitaker es periodista, no psiquiatra ni farmacólogo”, por tanto le falta el carné que la habilita para opinar sobre fármacos (seica). Es curioso que no pensaran así en la Harvard Medical School donde fue director de publicaciones, como tampoco pensaron así en el MIT donde apoyaron su trabajo con una beca en su programa sobre periodismo científico (¿Harvard Medical School y el MIT?... esa gente no sabe nada de ciencia). Sus colegas periodistas tampoco consideran que sea un recién llegado a esto de la ciencia, aunque a quién le importa la opinión de organizaciones de periodistas ¿no quedamos en que no podían opinar? Por eso no es relevante que recibiera el Gorge Polk por su trabajo en periodismo médico, que la “National Association of Science Writers” lo premiara sus artículos o que llegara a ser finalista del Pulitzer por sus trabajos sobre psiquiatría.
Podríamos haber considerado un error invitar a un periodista para hablar de medicación psiquiátrica, quizá los periodistas no estén capacitados para hablar de este tema, quizá hubiera sido mejor haber invitado a Joanna Moncrieff  (psiquiatra) para hablar de su último libro “The Bitterest Pills" en el que pone a prueba de una forma documentadísima los antipsicóticos, o quizá fuera mejor llamar a David Healy para que nos comentara algunos de sus hallazgos sobre los efectos adversos de los ISRS. Tal vez podríamos abrirnos a otras áreas de la medicina e invitar a Marcia Angell, doctora en medicina y profesora titular en la Harvard Medical School (oye, ¿qué les pasa a estos de Harvard?, tienen el chiringuito lleno de charlatanes anticientíficos), la Dra. Angell podría abundar en teorías conspiranoicas sobre la industria farmacéutica contándonos el contenido de su libro “The Truth About the Drug Companies” (ya ves, otra que ve marcianos), total ¿qué podrá saber sobre conflictos de interes la que fue editora jefa del Journal of New England Medicine, ese panfletillo sin importancia?. Y ya puestos a desarrollar hipótesis conpiranóicas, podíamos haber llamado a Peter Gotzsche, médico, químico, biólogo e investigador, a la sazón líder del Nordic Cochranne (otro club anticientífico), que tira con bala cuando habla de “Medicamentos que matan y crimen organizado” (cómo te pasas, Pedro). No sé si un epidemiólogo dispone de carné para hablar de medicamentos, por eso tendríamos cuidado en invitar a Ben Goldacre para hablar de la “Mala Farma” y los sesgos de publicación. Pero desde luego, si un periodista especializado en salud no puede hablar de fármacos, el hecho de haber realizado el metanálisis más extensivo hasta el momento sobre eficacia de los antidepresivos, no podría justificar que invitáramos a un psicólogo (Dios nos ampare de tal cosa) por eso no contaríamos con Irving Kirsch para que cuestionara la utilidad de los antidepresivos.
Así que, a pesar existir diversas opciones por las que podríamos haber invitado a científicos con carné, nos decidimos por el periodista “yavestú”.
La verdad es que ese intento de boicotear el seminario no me habría generado la necesidad de escribir nada si no fuera porque a los pocos días me encontré con un artículo de opinión en el diario Praza Pública  titulado "A historia completa" y firmado por la psiquiatra Iria Veiga, que además de compartir con la comunicación enviada a la Facultad su preocupación por que “un autor claramente alineado con tesis anticientíficas imparta una conferencia amparado por el sistema universitario público”, también comparte toda su argumentación.
Resumiendo, la acusación en general se puede resumir como “¡esto es pseudociencia!” acusación a la que Whitaker nos dice, se ha acostumbrado. Sin embargo, a mí personalmente, y calculo que a la mayoría de las 140 personas que allí estábamos congregadas, el carné de pseudociecia nos pesa un poco…
Allí estábamos, un montonazo integrantes del club de la pseudociencia, gente con perfiles diversos, gente de la sociología, del periodismo, de la abogacía, de la pedagogía, una gran cantidad de personas tituladas en psicología, pseudocientífica por supuesto (clínica, educativa, sanitaria), alguna que otra doctora en psicología (de esas que no saben nada del método científico), al menos una doctora en pedagogía, un médico generalista,  psiquiatra y al menos un farmacólogo (que yo pudiera identificar). También se nos coló un Catedrático en Psicología, aunque hay que decir que a él y a una de las doctoras finalmente acabaremos echándolos de nuestro particular club de la pseudociencia. Siempre vimos con recelo su puñetera costumbre de publicar en revistas con alto factor de impacto y revisión por pares (Mundo Natural o Cosmos vale, pero ¿con revisión por pares? Mal, muy mal) pero ya esto último de publicar en Lancet es inadmisible, tiene que valerles una sanción disciplinaria ¡hasta aquí podíamos llegar! Pues eso, una masa ingenua, crédula, inconsciente e ignorante de la ciencia esperando a que el bueno de Bob nos la metiera doblada (nunca podríamos enterarnos), a esta indefensión se unió la circunstancia de que, el debate que la organización esperaba no existió (nunca ocurre), las personas de la ciencia con información, con formación y con argumentos sobrados contra las tesis de Whitaker no se acercaron a ponerle los puntos sobre las íes y allí nos dejaron… en un estado de absoluta indefensión.
Alguno pensará que sí, que hay debate, lo vemos en el artículo de Praza Pública y lo vimos en El País tras la visita a España de Whitaker para presentar su libro. Sin embargo, en estos artículos sólo me encuentro una discusión sobre una caricatura de la conclusión de Whitaker (una caricatura en el sentido que reduce a trazos generales su tesis, la simplifica y la ridiculiza) y una descalificación de su persona (eso es pseudociencia, no nos rebajamos a debatir). Estas personas de la ciencia bien formada, informada y documentada emplean argumentos del tipo “sabemos que”, “está probado”, “no se puede negar que”, mientras que por otra parte lo que vimos los que estuvimos ese sábado con el periodista (así como los que leímos sus trabajos) es una sucesión abrumadora de datos, datos de investigación, datos publicados por investigadores reputados en revistas médicas de no menos reputación, datos que podrían ser discutibles. Quizá se podría criticar la calidad de la investigación, el diseño de los ensayos, las conclusiones que de las investigaciones se hacen, o quizá se podrían haber propuesto investigaciones con resultados diferentes, pero allí no había nadie que hiciera eso, no es necesario porque “sabemos que”, “está probado” y “no se puede negar que”
La autora del artículo en Praza Pública afirma que: “la tesis general de Whitaker es que los psicofármacos no son eficaces, no palían las enfermedades mentales ni por su puesto las curan, sino que incluso las agravan”. Lo cierto es que lo que Whitaker nos cuenta en su conferencia y en su libro no es exactamente esto, de hecho en su seminario no abogó por un abandono de los psicofármacos en el tratamiento de las enfermedades mentales, si no por un “uso selectivo”, no es cierto que su tesis central sea que los psicofármacos no son eficaces, de hecho plantea (y demuestra con datos de investigación) que los psicofármacos pueden ser eficaces a corto plazo, pero que su uso a largo plazo no está justificado en la mayoría de los casos, contribuyendo en algunos casos a un empeoramiento.
Dice la psiquiatra que, la afirmación de esto último “nunca se demuestra más allá de la observación de la correlación (y correlación no implica causalidad)”. El caso es que tanto Whitaker como la mayoría de los allí presentes, el día que explicaron la correlación si que fuimos a clase y esto, ya nos lo sabemos, por eso acompañó estas observaciones sobre correlaciones con una cantidad abrumadora de referencias de investigación; datos epidemiológicos, investigación animal, estudios longitudinales y por supuesto, ensayos clínicos. Desde luego todos ellos podrían ser cuestionables, pero el hecho es que nadie se ha parado a cuestionarlos.
También dice Iria Veiga que “la idea básica de la inefectividad de los psicofármacos va en contra del estado actual del conocimiento científico y de lo que sabemos sobre psicofarmacología y bioquímica del sistema nervioso central”, en resumen “sabemos que”, “está probado”, “no se puede negar que”. Además, esta afirmación dibuja un escenario en el que unos señores unas señoras listas con bata y lupas grandes estudiaron la bioquímica del SNC en las enfermedades mentales y como consecuencia del conocimiento acumulado desarrollaron los psicofármacos, cuando la realidad es que las principales familias de psicofármacos se descubrieron por pura chiripa y que producto del descubrimiento de estos psicofármacos se generaron hipótesis sobre la bioquímica del SNC en las enfermedades mentales, al tiempo que esas hipótesis se han convertido en hechos en teoría incontrovertibles. Podemos escuchar una y otra vez que “sabemos que, está probado y no se puede negar que” la base etiológica de la depresión tiene relación con la serotonina (y que los antidepresivos revierten esta función anómala) pero lo cierto es que, no existen pruebas convincentes de ello.
Si atendemos a la diferenciación que el bueno de Carl Sagan hace entre la ciencia y la pseudociencia, el americano nos dice que “[la ciencia] plantea hipótesis de modo que puedan refutarse. Se confronta una sucesión de hipótesis alternativas mediante experimento y observación” es decir, entiendo que la ciencia plantearía hipótesis “falsables” en términos más popperianos.  Sin embargo, Sagan dice que en pseudociencia “Las hipótesis suelen formularse precisamente de modo que sean invulnerables a cualquier posibilidad de refutación, por lo que en principio no pueden ser invalidadas”. Si tomamos esto por bueno, la afirmación de que “no está demostrado que la base etiológica de la depresión tenga ninguna relación con la serotonina” sería una hipótesis formulada en términos científicos en cuanto a que es perfectamente falsable, sólo sería necesario aportar una prueba, por ejemplo alguien podría aportar uno de esos estudios que demuestran que una dieta carente de triptófano puede provocar una reaparición de la sintomatología en pacientes con diagnóstico de depresión en remisión, entonces yo podría contestar que esto se da sólo en pacientes que previamente habían sido tratados con ISRS, pero que en pacientes no tratados con ISRS o en personas “sanas” esto no ocurre, concluyendo que los diseños experimentales que buscan como resultado una disminución artificial de serotonina no resultan en sintomatología depresiva. Y de esta manera, entiendo, se podría iniciar una discusión en términos científicos, productiva e interesante. Sin embargo, afirmaciones como “sabemos que”, “está demostrado que” y “no se puede negar que” la serotonina está en la base de la depresión,  parecen estar formuladas, en palabras de Sagan “de modo que son invulnerables a cualquier posibilidad de refutación”. Lo cierto es que como organizador de esta actividad me hubiera encantado (y así lo deseábamos) que se hubiera producido un debate más parecido a la primera opción, un debate así realmente creo que no tendría ganadores ni perdedores, sólo ganaría el conocimiento, pero desgraciadamente esto no sucedió y no sucederá. El debate se termina con la descalificación de la otra parte a partir de  una efectiva pero exasperante “estrategia Inda”:
 -quería yo decir que…
 -¡Venezuela!, ¡Irán!, ¡Comunismo!, ¡cien millones de muertos!
 -Es que tenía una propuesta…
- ¡Homosexuales colgados de grúas!, ¡tracatraca!
 -Mira vengo aquí a presentar unos datos sobre…
-¡Pseudociencia!, ¡Cienciología!, ¡Estigma!
(Habla cucurucho que no te escucho)
La psiquiatra afirma que, es cierto que se ha dado un incremento en la incidencia de enfermedades mentales, “como en todos los ámbitos de la medicina” (no, no en todos y no en la misma proporción, pero aceptamos pulpo), y que inferir que la causa son los fármacos “es un salto sin red” cierto, estoy de acuerdo (yo y también Whitaker) en que es una inferencia exagerada que el único factor sea ese. Añade que “el mayor acceso a sistemas de salud, la mejor detección y la mayor exigencia de la población en cuanto a su bienestar (¿?) explican sobradamente este incremento”. No sé exactamente donde coloca la autora la creación de cada vez más categorías diagnósticas, cada vez más inclusivas, si lo incluye en “mejor detección” o en la “mayor exigencia de bienestar”.
La argumentación que sigue es clásica, demagógica y por tanto predecible: pues eso, cienciología, conspiranoia, VIH, religión y otras comparaciones que no vienen a cuento.
Sigo citando “también explica la consistente evidencia (¿?) que soporta el uso de los psicofármacos en una supuesta conspiración por parte de la industria farmacéutica”. Quizá en alguna entrevista haya dicho algo así, no lo sé, sin embargo en el seminario no ha habido referencia a conspiración alguna, sí que se hizo alguna referencia a los conflictos de interés de algún investigador concreto (mi criterio personal, no científico, es que si un investigador concreto léase Biederman, tiene conflictos de interés que supera con mucho el millón de dólares, los resultados de sus investigaciones están al menos algo comprometidos, pero son cosas de un conspiranóico). Pero el caso es que su argumentación ha tenido más que ver con la debilidad de algunas pruebas y la aportación de otras, que con ninguna conspiración. También es cierto que en su último libro hace un análisis de la corrupción institucional en la psiquiatría, supongo que la Dra. Veiga estará de acuerdo, que la psiquiatría tampoco está exenta de estos problemas.
Se queja además de que “cualquiera que lo contradiga queda, pues, marcado como sospechoso de ser uno más de los conspiradores”. Argumento de ida y vuelta, porque cualquiera que denuncie conflictos de interés en la investigación psiquiátrica (unos pocos), quedará pues, también marcado por ser un pseudocientífico conspiranóico (como Gozstche o M. Angell). Lo curioso del tema es que al tiempo que cualquiera que ponga en duda un trabajo por la existencia de conflictos de interés será tachado de conspiranóico, la Dra. Veiga denuncia el conflicto de interés del periodista y recalca el beneficio que Robert Whitaker obtiene de la venta de su libro “existen múltiples intereses potenciales que deben traerse a primer plano a la hora de juzgar estas afirmaciones”. Efectivamente, Whitaker quiere vender su libro y es posible que el tema sea lucrativo, pero las investigaciones a las que se refiere no son suyas, si estuvieran manipuladas, exageradas o simplemente no existieran, sólo habría que desmontarlo, es fácil. Es distinto y más complicado cuando Keller manipula los datos del estudio 329, no podemos darnos cuenta del engaño hasta que disponemos de los datos, como ha sucedido con posterioridad. Creo que hay diferencias importantes entre un caso y el otro. Por otra parte, también tengo que decir que cuando contactamos con Whitaker para que nos acompañara y le preguntamos por sus honorarios (así es, pagamos a la gente por su trabajo), nos propuso una remuneración absolutamente inaceptable para ATFMG, y digo inaceptable, porque no podemos permitir que una persona imparta una conferencia de 8 horas sin cobrar absolutamente nada (cero euros, esto es lo que pidió).
A continuación, la autora del artículo continúa con el clásico de la Cienciología, toda una tradición. Recuerdo cuando Kirsch publicó los resultados de su metanálisis en el 2008 cuestionando la efectividad de los antidepresivos y llamando la atención sobre el sesgo de publicación de ensayos con resultado negativo. Muchos medios se hicieron eco de los resultados y contactaron con los psiquiatras de cabecera de la tele, como no, con el Dr. Cabrera, adivinen cual fue la respuesta del habitante de la nave del misterio, efectivamente ¡los cienciólogos! De manera que cualquier persona que presente pruebas en consonancia con una posición de la cienciología, quedará descalificada por ciencióloga.
Finalmente, sólo lamentar que la Dra. Veiga, así como otros y otras colegas incómodos con las tesis de Whitaker no nos acompañaran, realmente deseamos (y esperamos) en su momento que se abriera el debate, que nos encontráramos con una discusión de datos contra datos, un debate en los términos que se hacen los debates en ciencia, sin ellos la conferencia se convirtió en un ejercicio de onanismo, agradable desde luego, pero solitario.
 
De cualquier manera, como Gorrión Supremo de la Fe de los Siete tengo que agradecer a las personas asistentes el éxito (de crítica y público) de la actividad, a mis compañeros y compañeras de la Junta Directiva de la ATFMG por el trabajazo que nos pegamos, a Fátima por su fantástica interpretación desinteresada y desde luego a nuestro amigo Bob que hizo que el día fuera fantástico (un tío majo). Pudimos salir todos de allí con los Chakras desatascados, a pesar de que fallara la máquina de café pudimos arreglar con soluciones homeopáticas de hiervas varias que nos pusieron el Ki a tono y pude salir con mis amigos Juanma y Noemí a abrazar árboles durante los descansos (toda una experiencia energizante).

26/7/13

SALTANDO MUROS: EL SILENCIO HABLA A GRITOS


-->



-->
Si no recuerdo mal, allá por el 2007 emepecé a poner letras aquí, sin ninguna intención particular, a veces escribir sobre cosas que me interesaban, la mayoría de las veces como un depósito de bilis (mucho mejor que tragársela). Aunque también funcionó como una especie de sonda ciberespacial preguntando ¿hay alguien ahí? y efectivamente... había, ¡vaya si había! Muchas de las personas que conocí están referenciadas por aquí, muchas no, a muchas he tenido oportunidad de ponerles cara en persona y a muchas no. Creo que algunas de estas personas, a pesar de lo breve de nuestro contacto cara a cara me permitirían llamarles amigas, y en base a esta creencia, yo lo hago con gusto.

En el año 2009 algo tropezó con mi sonda, o yo tropecé con la suya, no sé. Esther y César ponían a andar el Proyecto Saltando Muros “Estamos plenamente convencidos de que el paciente psiquiátrico tiene mucho que decir y consideramos que la creación de un blog podría abrirnos una ventana al exterior mediante la cual comunicarnos, conocernos y de esta forma ir eliminando los prejuicios y estigmas que suelen recaer sobre la enfermedad mental” decían. Se definían como un “proyecto de lucha contra el estigma y promoción de salud mental” con una línea editorial que gira “en torno a conceptos como la recuperación, el respeto de los derechos humanos, el empoderamiento y la reclamación de un espacio en salud mental para la voz de las personas afectadas” parecía una buena idea, una idea de esas que tienen la elegancia de las ideas sencillas, esas que te hacen pensar: vale... eso también se me podría haber ocurrido a mí. Pero lo cierto es que (asúmelo) nunca se te ocurren a tí, se le ocurren a gente como Esther y César. Por otra parte, una idea que en principio uno debe acoger con cierto escepticismo, la palabra estigma es de esas que valen para un roto y para un descosido, ahora la utilizan un grupo de personas diagnosticadas, ahora en la web de una farmacéutica. Las bonitas palabras de presentación no garantizaban que esto no fuera un “más de lo mismo” de lo que a veces nos encontramos por la red; demagogia de saldo vacía de contenido. Pero ¡oigan!, van estos dos y se toman en serio lo de dar espacio a la voz de las personas afectadas. Pintaba bien, personas diagnosticadas hablando de su diagnóstico, de su experiencia, del trato recibido, de los procedimientos empleados, de cómo se sienten en relación al trabajo de los profesionales. Si, un proyecto que pone en el lugar que corresponde a la persona más importante en su propia vida.

Dos curritos con una idea elegante y sencilla, de esas que muchos no tendremos nunca, consiguieron convertir un taller en algo enorme, que miles de personas parecen seguir, que se ha ganado el reconocimiento de profesionales, que ha sido presentado en múltiples congresos atrayendo la atención de los medios de comunicación... vamos en algo realmente serio.

Pues vale: me cuentan que se acaba “nos vemos obligados a terminar con saltando muros debido a presiones de nuestro entorno laboral” ¿qué? ¿cómo? No comprendo, o sí, quizá un proyecto en el que opinaran las personas realmente importantes ya estaba durando demasiado. Curiosamente, revisiando de nuevo las entradas, no me he encontrado un blog especialmente crítico, incendiario, conspiranóico, anti-cosas o destructivo, como alguien podría considerar éste blog o alguno de los amigos. No en realidad es un blog abierto, sí abierto a ideas críticas con agunas de las ideas dominantes en la atención a personas diagnosticadas, abierto a ideas de las personas diagnosticadas y abierto también... pues sí, abierto también a lo de siempre. Probablemente en esta apertura resida su grandeza, ahora nos encontramos con algún texto reflexivo sobre la idea de cronicidad, una referencia a John Read o a Bentall, ahora algo sobre un taller de Haikús y en otro momento le dan cabida también a algún texto del tipo “tómese la pastilla que hay mucha investigación que me olvidé de referenciar que dice que es buena para lo suyo” .

Los teóricos (los pragmáticos) de la Comunicación Humana” han teorizado sobre la relevancia de la “desconfirmación de la comunicación” y de la “desconfirmación del otro” como respuesta al intento de establecimiento de comunicación por parte de alguien, una interacción alternativa a la aceptación o el rechazo del intento de comunicación, o a la aceptación o rechazo del otro. Interacción menos clara que el rechazo en sí, al tiempo que más alienante y porque no, un elemento inherente a una comunicación patológica: frente al “no estoy de acuerdo con su argmuento” implica un “no debo responder a su argumento porque no lo considero a usted un ser comunicante”. A mí, (ya ven, un tipo que tiene como referencia un texto de más de 50 años, un tipo poco de fiar) esta situación me parece un ejemplo claro de desconfirmación, un ejemplo más de cómo la interacción en sí se vuelve patológica y alienante. También un ejemplo más de mensaje paradógico, de los que habitualmente se envían a las personas diagnosticadas del tipo: ¡queremos que sea usted autónomo! … y que de forma autónoma decida hacer exactamente lo que nosotros consideramos que debe hacer. ¡Queremos devolverle la voz!... para que pueda decir sólo aquello que consideramos que debe ser dicho.

Sin embargo los mismos teóticos de la comunicación construyeron su reflexión sobre cinco axiomas regidos por un primer axioma que nos atrapa a todos: ES IMPOSIBLE NO COMUNICAR, si señores, el silencio habla a gritos. Saltando Muros ha cumplido con su papel, espero que para las personas que se han implicado en el proyecto, pero también para otros. Pero su retirada envía el mensaje más debastador, su silencio hablará a gritos, las personas que han ejercido presión para la desaparición del Proyecto Saltando Muros deben saber que su desaparición EVIDENCIA LA PERVERSIÓN DEL SISTEMA QUE PRETENDEN DEFENDER, ese silencio se convierte en la crítica incontestable a ese sistema.

Ánimo a Esther y César y a todos los que han participado en esta sencilla idea que a mí no se me ocurriría, algo grande. Espero seguir cruzándome por ahí con vosotros y que las personas que han participado en el taller puedan seguir haciéndonos llegar su voz.

30/3/13

LA GRAN ESPERANZA BLANCA: ACABAR CON KID PLACEBO


Algunos que me conocen saben de mi afición por el boxeo, incluso durante algún tiempo me he esforzado consciente y voluntariamente en que me machacaran un poco el cerebro. Y aunque mi prominente apéndice nasal ha sobrevivido con cierta dignidad, es probable que mi cabeza no funcione como debiera. Así que ya era hora de hacer alguna referencia a mi deporte en este sitio, aunque sólo sea para un chusco giro literario.

A principios del Siglo XX,  el gigantón negro Jack Johnson pudo tener una oportunidad para pelear por el título mundial de los pesos pesados contra el  canadiense Tommy Burns al que machacó durante 14 asaltos hasta que la policía tuvo que parar la pelea para que cesara aquella humillación. A partir de ese momento y por primera vez un hombre negro se convertía en el deportista más importante del mundo, algo que era difícil de soportar para la sociedad del momento. Fue el escritor Jack London el que empezó a pedir la llegada de   "la gran esperanza blanca" esperando que apareciera un boxeador blanco que restaurara el orgullo de la raza.

Pues bien: ha irrumpido un elemento indeseable en el campo de la psicofarmacología y se está convirtiendo en un púgil difícil de batir, el terrible Kid Placebo. El caso es que el efecto placebo ha sido siempre un problema a la hora de la comercialización de los psicofármacos. Y con el tiempo se ha hecho fuerte. Obviamente esto es una preocupación en áreas en las que los tratamientos tienen efectos vamos a decir... flojillos, fundamentalmente en la psiquiatría (no he visto esta preocupación en cirugía o medicina interna). Ya hace algunos años que algunos autores lo estaban advirtiendo, Timothy Walsh y colaboradores en el año 2002 publicaron un artículo en el JAMA titulado algo así cómo "El efecto placebo en los estudios sobre depresión mayor: variable, substancial y en crecimiento" se trata de un metanálisis que recoge los ECAs con antidepresivos publicados entre el año 1981 y el año 2000, el metanálisis refleja un incremento en la respuesta al placebo de un 7% por década (la respuesta a la medicación tiene un crecimiento exactamente igual, pero en este caso seguro que se debe a una muy mejorada tecnología). Este crecimiento no se circunscribe sólo a los estudios con antidepresivos. En el 2001 Laudgren, miembro de la FDA, se plantea el uso del placebo en los ensayos como un problema ético, ya que en su análisis de todos los estudios revisados por la FDA  durante 12 años se encuentra con que  "en muchos de los estudios con antidepresivos y antipsicóticos en los que la medicación que se investigaba no se diferenciaba del placebo, se incluían otras medicaciones para comparación (ya aprobadas) que tampoco se diferenciaban" 

Algunos dan algunas explicaciones para este fenómeno como pueden ser los errores diagnósticos (iguales o inferiores al "mundo real"), o las nuevas tendencias para reclutar a sujetos para los estudios (en algunos casos pagándoles, o a cambio de  asistencia médica gratuita), aunque claro, estos supuestos "falsos pacientes" se distribuirían aleatoriamente por ambos grupos (placebo y medicación) si, reduciría la potencia de las diferencias con muestras más pequeñas, pero ¿quizá ese aumento del 7% por década en la respuesta a la medicación se pueda deber a este factor? (no que va, es por que hay mucha mejor tecnología).

Pues como con el bueno de Johnson, ante esta situación hay gente para todos los gustos. Por una parte están los que gustan del deporte y simplemente se dedicaron a disfrutar de las cualidades del campeón negro, como luego disfrutamos de nuevo de la dominancia de campeones negros en los pesos pesados a partir de los años 60 hasta la irrupción de los rusos en el campo profesional en el año 2000. Es decir: ¡ahí va! El tal Kid Placebo lo hace muy bien, y además no es una variable estática, fija, se puede manipular para que lo haga mejor ¿qué es lo que hace que en unos ensayos el placebo funcione mejor que en otros ensayos?  ¿podríamos repetirlo en nuestro trabajo? ¿podría esto mejorar nuestros resultados? ¿podemos aprender de este fenómeno?. Cada vez más profesionales están fascinados por la potencia del placebo y por aquello que hace que las intervenciones, terapias, tratamientos o lo que fuera sean efectivos al margen de los ingredientes "activos".

Por otra parte están los que perciben a nuestro amigo Kid Placebo como un tipo peligroso, un negro malo al que además le gustan las mujeres blancas, un intruso con el que hay que acabar. Como se refleja en este reciente artículo publicado recientemente en el American Journal of Psychiatry, los autores dicen "las altas tasas de respuesta al placebo obstaculizan los esfuerzos para detectar señales de eficacia en los antidepresivos, contribuyendo al fracaso de los ensayos y retrasando la disponibilidad de nuevos tratamientos en el mercado" traducido: - que el placebo sea bueno hace parecer a los antidepresivos una mierda, pero no son una mierda, son tan buenos como el placebo cuando es bueno, si el placebo es bueno ¿porqué los antidepresivos, que funcionan igual iban a ser una mierda? ¡Jopetas!, que cosa más injusta... - En este estudio se analizan los factores que pueden contribuir a una mayor respuesta ante el placebo. Podría parecer interesante si no fuera porque el objetivo no es mejorar la práctica clínica, sino reducir este efecto en futuros ensayos para que los agradecidos mortales nos podamos beneficiar con los fantásticos y supereficaces nuevos tratamientos. Lo curioso de este artículo es que algunas de las características que potencian la respuesta al placebo se parecen bastante al "mundo real" (p.e.  en estudios multicéntricos el efecto es mayor, si se evalúa más de un tratamiento también crece, cuando la evaluación no está centralizada, lo mismo...) El artículo concluye (atención) "los estudios dirigidos a reducir la respuesta al placebo deben minimizar la esperanza del paciente y reducir la intensidad del contacto terapéutico". Efectivamente, han oído bien, se abre la veda para la realización de ensayos en los que  nos encontremos médicos instruidos para "minimizar la esperanza del paciente" ahí es nada.

 La preocupación y la lucha contra el placebo no es vieja, pero creo que nunca se había planteado en estos términos y con tanto descaro. Por ejemplo, es bastante común la utilización de períodos de un par de semanas para detectar a las personas que responden al placebo y eliminarlas del ensayo, al tiempo que entre los criterios de exclusión se impide la entrada a sujetos que no respondieron a tratamientos anteriores. O la utilización de otros tratamientos al mismo tiempo (más del 70% de los ensayos del metanálisis de Walsh permitían la utilización de ansiolíticos al mismo tiempo que el antidepresivo, importante tenerlo en cuenta si consideramos que sólo el hecho de dormir mejor supone una variación de 6 puntos en la escala de Hamilton). Yo propongo algunas ideas alternativas: se podría pintar las píldoras inertes de colores y escribirles "lacasitos" (tengo el día creativo).

Finalmente, además de los "amigos del placebo" y los que quieren combatirlo, están aquellos que piensan; a río revuelto...  y aquí es donde entra mi nuevo ídolo, una bestia de la creatividad, un hombre adelantado a su tiempo (y al de todos los demás), merecedor del Granitic Rostramen Award, les presento a... la verdadera y nueva esperanza blanca: el gran Maurizio "The StoneFace" Fava. Su principal mérito está en desarrollar un diseño para los ensayos (que viene siendo un truco para exagerar la presencia de sujetos que no responden al placebo) el "Diseño de Comparación Secuencial Paralela" que  utiliza por duplicado los datos de los sujetos que no responden al placebo y por tanto reduce la respuesta al placebo. Lo que lo convierte en un fuera de serie es que después de desarrollar este diseño ¡lo patenta y se monta una empresa! ¡qué crack!. Vamos que... Kid Placebo; preparae para besar la  lona.

PD: Aviso a navegantes... al bueno de Jess Willard le costó 29 asaltos acabar con Jack Johnson (y hay quien dice que se dejó)

Referencias: la mayoría de los datos están extraídos los siguientes blogs altamente recomendables:

1 Boring Old Man: muy activo, un erudito, con las ventajas de que "sabe más el diablo por viejo... " y que además eso del aburrimiento le debe dejar tiempo para leer mucho  y analizar con calma las cosas (me preocupa la querencia que estoy desarrollando últimamente hacia algunos psicoanalistas -¡Ash, Ash, fuera de mi cabeza!)
 
assertTrue(): un descubrimiento espectacular de esta última semana. Muy bueno.

23/3/13

CONVERSACIONES CON "EL ESCRITOFRÉNICO" Y OTROS LOCOS DE GARRAFÓN

-->

Necesitaba una buena razón para volver a escribir aquí, y la presentación del “Escritofrénico” no es sólo una buena razón, supone un compromiso ineludible. 

Ayer tuve el honor de acompañar a Raúl Velasco en la presentación de su último libro “El Escritofrénico: Un tratado sobre la curación de la psicosis” en la librería Follas Novas. La experiencia tuvo un gusto agridulce, la parte dulce tuvo que ver con que por fin pude conocer a Almu (si me permites, Raúl). La parte agria tuvo que ver con que en Santiago no supimos recibir al autor como se merecía y lo que debería ser una presentación multitudinaria, no lo fue tanto. Sin embargo como en los buenos partidos de rugby lo bueno está en el tercer tiempo; cuando se comenta el partido detrás de una(s) cerveza(s) (creo que hicimos sudar al camarero).

Antes de regalarme el privilegio de acompañarlo en la presentación de su libro en Santiago, Raúl ya me había cedido el honor de ser de los primeros en leer su libro, antes de que estuviera publicado, casi na... y tengo que recomendarlo a cualquiera que le guste una buena lectura, pero sobre todo, es lectura obligada para mis colegas (atención, es pregunta de examen). Sí, hay otros “libros sobre locos escritos por locos”, pero éste es el nuestro.

Y si, … ahí estábamos, dando cuenta de unas birras, un gallego y un catalán hablando de la cuestión identitaria (sin sangre, ni nada). Y es que Marcos (el protagonista del Escritofrénico) es un loco que reta la sentencia que supone su diagnóstico y, dejándose de comportar como un buen loco (hágame usted caso y algún día podrá pasar por una persona normal) se convierte en un loco malo... ni malintencionado, ni violento, no... un loco malo, de mala calidad, adulterado, un loco de garrafón.

Efectivamente, alcohol, un tonto y un loco a vueltas con las palabras. Mientras tanto sin darnos cuenta (hasta hoy, mientras escribía) se sentaba con nosotros el amigo Beltrán con su pipa, a él le dejaron fumar... faltaba más (-Mr Russell, tómese otra). Es que la clase de tipos como Marcos, son de esa clase de clases que no pertenecen a su misma clase. Difícil solución para simples mortales si no contáramos con la compañía de D. Beltrán para una encerrona paradójica a la que se enfrentan los personajes como Marcos, o las personas como Raúl. Primero se enfrentan a una sentencia, que les dice lo que a partir de ahora “son”, sí, una etiqueta que debe empezar a formar parte de su identidad (es usted un esquizofrénico), es una sentencia a la cronicidad, a la incapacidad, a atender a las recomendaciones de los expertos por encima de su propia voluntad, a la supervivencia “como si” fuera una persona normal. Sentencia que pueden acatar (y les puede ir bien) o que pueden enfrentar (no “soy” un esquizofrénico), para finalmente darse cuenta de que (D. Beltrán ayúdenos con esto que me estoy liando), para cuestionar la esencia de la etiqueta en cuestión, debe primero defender la propia etiqueta (vale, soy un esquizofrénico pero no soy lo que la palabra dice que soy).

En cristiano: tanto Marcos, como Raúl, y otros que cada día demuestran que su sentencia no sólo no es verdad, sino que además ES MENTIRA se tienen que enfrentar a menudo a la acusación de ser “errores diagnósticos”. Si, así de claro “-Usted como loco, no puede estar aquí presentándome un libro de su autoría... y si lo está haciendo, no es usted un loco ni nunca lo ha sido” . Recordaba ayer con Raúl, que al tiempo que disfrutaba de su libro, me encontraba con ésteartículo en el New York Times en el que Elyn R. Sacks (profesora de derecho en una universidad californiana) retaba “Si no tengo esquizofrenia, por favor ¡díganselo a mis delirios!”.

Si señores, el error está en el diagnóstico (en la sentencia), pero esta gente no son “errores diagnósticos”

PD1: No beban (mucho)
PD2: Vayan ustedes a su librería a por su ejemplar de “El Ecritofrénico”, en Santiago lo pueden encontrar en Follas Novas.

29/6/12

APOYA A RADIO NIKOSIA: COMIENZA EL DESHAUCIO INTELECTUAL

Me entero en la web de Radio Nikosia y en muchos de los blogs amigos; ¿Esquizoqué?, Cosas que tu psiquiatra nunca te dijo, Sobre lo divino y lo humano, Yo amo a alguien con… ¿TDAH?  de que Radio Nikosia está en peligro, que podría cerrar. Para quien no sepa de que va eso de Radio Nikosia, que le echen un vistazo a la web, pero en resumen se trata de una emisora de radio realizada por personas que han sido diagnosticadas de problemas de salud mental que han decidido que nadie les dice cómo tienen que estar locos (sea lo que sea eso), un trabajo con una gran repercusión, ejemplo para otros de cómo se deberían hacer las cosas (bien). Cualquiera que tenga dos dedos de frente y que conozca la relevancia de este trabajo, se dará cuenta de que es un proyecto que hay que cuidar. Lejos de cuidarlo y como es habitual, vamos a ponerles chinas en el camino y si no tropiezan, pues venga… cañonazo.

¿La disculpa? La de siempre: el plan de nosequé, la normativa de nosecuánto, que hay que regular las emisiones… (regular, tiene que ver con conseguir que todas sean reguleras, por favor, nada excepcional)

–Es que mire usted, es que esta es una radio sin ánimo de lucro
–Oiga caballero, sin ánimo de lucro será para ustedes, pero nosotros sí que necesitamos lucrarnos.
–Pero ¿no podrían hacer una excepción?, por aquello de que es una buena causa.
- Espere un momentito que miro… ¡uy! Por excepción no me viene nada, va a ser cosa de que tenemos el cupo de excepciones reservado por si los EuroVegas… que esa causa si que es buena.
-De cualquier manera, siguan emitiendo que con cien mil laureles vamos arreglando (que tengo que renovar el gotelé).

¡¡¡100.000 leurazos!!! en el país del latrocinio y la impunidad generalizada, a unos señores y unas señoras, por hablar de lo que le da la gana por la radio, les multan con 100.000 euros, la pregunta es ¿quién es el loco?

¿La razón? La de siempre también, el que se mueve no sale en la foto. Una radio libre, no comercial, que se autogestiona, que no sobrevive a través de subvenciones ni patrocinios (es decir, LIBRE) en este barrizal no puede (no debe) sobrevivir, por la cuenta que les tiene. Así que, si como yo (y como cualquier persona bien nacida) piensas que esto no se puede consentir, haz el favor colaborar y firmar en la web http://contrabanda.org/contrabanda/