17/10/08
PARAISO DE OLVIDO
En ciencia resulta relativamente sencillo establecer relaciones de correlación, no hay más que constatar que un acontecimiento varía al mismo tiempo que otro. Establecer la causación ya es harina de otro costal, especialmente cuando lo que estudiamos depende de tantos factores como es el caso del comportamiento humano. Sin embargo tendemos a establecer relaciones causales de modo arbitrario y “evidente”: -Como mi hijo adolescente es muy rebelde (causa) debo incrementar mi control sobre él (efecto)- ó –La única manera de escapar al control de mi madre (causa) es con mi rebeldía (efecto). Seguro que a ninguno de estos personajes se les ha ocurrido pensar en la posibilidad de lo que se llama “causalidad circular”, es decir que una y otra variables están relacionadas de forma que ambas se influyen mutuamente. La madre “lógicamente” nunca pensará en reducir su control como medio para reducir la rebeldía de su hijo a un nivel conforme a su edad.
Pues resulta que me cae bien la gente que pone en duda estas explicaciones más fáciles y “evidentes”, aquellos que sustituyen la Navaja de Occam (mal entendida, por supuesto), por el Puñal de Sandokan, que piensan que el principio de parsimonia no implica aceptar parsimoniosamente las teorías como probadas, aquellos que ponen en duda la evidencia en tanto a certeza clara de la que no se puede dudar (RAE), porque la duda es el motor del conocimiento. Por eso me cae bien el Dr. Sven Kurbel, un investigador croata que ha decidido darle un meneo a los datos y ponerlos patas pa_riba. Me gusta como piensa, pero tengo serias dudas acerca de lo que piensa.
Una muestra de cómo los datos en ocasiones pueden ser ordenados de distintas maneras y cada uno se pone la chaqueta reversible por el lado que mejor le sienta. El Dr. Kurbel, constata que las personas que sufren Alzheimer tienen la tensión arterial baja (aunque durante su vida hayan padecido hipertensión, en muchos casos). Estos datos que correlacionan (Alzheimer e Hipotensión) constituyen un puzzle que ya ha sido armado en otras ocasiones de modo “lógico” con distintas hipótesis en los que la hipotensión puede colocarse como causa o efecto de modo intercambiable: por un lado, los que piensan que la hipotensión puede ser consecuencia de un cambio metabólico que cursa con esta enfermedad, por otro están los que piensan que esta hipotensión podría tener algún efecto sobre la vascularización que podría contribuir a la aparición de la enfermedad (¿os acordáis de lo que se solía llamar “falta de riego”?).
Pues vale, el tal Kurbel añade otras piezas a la ecuación y le sale un resultado muy curioso: algunas investigaciones hallaron que personas que han vivido algún evento altamente estresante en su vida (con diagnóstico de Trastorno por Estrés Postraumático) tienen más probabilidades de sufrir hipertensión. De la misma manera, personas que están de manera cotidiana sometidas a situaciones de estrés, también tienen una alta presión arterial. Para Kurbel la memoria tiene un papel fundamental en ambos casos, el recuerdo del trauma y la consciencia de las dificultades cotidianas son las que mantienen la situación de tensión. Y a partir de aquí…silogismo perfectamente construido cumpliendo las leyes de la aplastante lógica: si los recuerdos mantienen el estrés y este produce hipertensión; la falta de recuerdos eliminará el estrés y por tanto nos lleva a la hipotensión. Vamos, que la hipotensión en la enfermedad de Alzheimer se explica por la pérdida de memoria.
Sin embargo da la sensación de que el amigo Sven (es que le estoy cogiendo cariño) es un poco chaponcete y pasando el día entre papeles, probetas y tubos de ensayo, se le ha olvidado pasarse por algún centro en el que se atienda a estas personas para darse cuenta de que el estado emocional en el que se encuentran no está muy próximo al Nirvana.
A saber;
El descenso en la presión arterial comienza espontáneamente dos años antes de que las personas sean diagnosticadas de Alzheimer. Precisamente las primeras fases de la enfermedad van acompañadas habitualmente de mucha ansiedad, ya que el enfermo es consciente de su deterioro, de hecho en esta fase es cuando son más frecuentes las “reacciones catastróficas” que están cargadas de un alto grado de ansiedad.
La pérdida de memoria en esta enfermedad, se produce de modo inverso a su adquisición, de modo que el enfermo es posible que no sepa lo que ha desayunado, es más, probablemente no recuerde si ha desayunado o no, pero recordará perfectamente si su padre le pegaba cuando era un niño (o cualquier otro hecho traumático).
En etapas más avanzadas, seguro que no estará preocupado por el calentamiento global por el euribor o por si llega a fin de mes, pero sí estará preocupado por que no se aguanta y no encuentra el baño, porque otra vez se lo hará todo por encima, porque a ese que le está limpiando el culo no lo conoce de nada, porque no sabe donde está, no sabe “cuando está” y no sabe con quién está, porque no entiende porqué no viene mamá, porque está sólo y tiene miedo, porque ese señor del espejo le está mirando raro…
Que sí Sven, que eres un tío listo, me gusta como piensas pero de vez en cuando hay que salir del despacho… más que nada para que le dé a uno el aire, que sienta muy bien.
El artículo del amigo Sven está aquí
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1 comentario:
El mundo esta lleno de gente que teoriza desde los despachos, y cuando (ya que los llaman) porque sus teorias llevan al caos y no a la solución... todavia se ofenden, y la culpa es del que descubrió su error, y no de ellos, que erraron.
Apertas.
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