"El cambio no sólo es posible, el cambio es inevitable"
Steve De Shazer
Soy un apasionado de aquello que llaman “Efecto Pigmalión”, “Profecía autocumplida” o “Efecto Rosenthal” en relación al psicólogo autor de “Pygmalion in the classroom” en el que nos contaba cosas sobre el poder de la expectativa y sus interesantes experimentos en los que demostraba cómo, por ejemplo, la inteligencia de un niño, puede ser “modificada” (entrecomillado, muuuyy entrecomillado) simplemente por las expectativas de las personas que lo rodean.
El poder de la expectativa está en la base del efecto placebo. Casi na… algo que se ha tratado habitualmente como una cuestión residual, periférica, resulta que explica un porcentaje importantísimo de mejoría en problemas de cualquier índole, tanto física como (y especialmente) psicológica. El efecto placebo sin embargo, se ha convertido en algo realmente molesto para algunos investigadores ya que “oscurece el efecto real del tratamiento”. Esto ha llevado a algunos a estudiar el efecto placebo para comprobar que condiciones lo favorecen, curiosamente, no con el objeto de potenciar este efecto sino para conocer como neutralizarlo.
Para que podamos considerar un tratamiento como efectivo tiene que obtener mejores resultados que un placebo, esto lo podemos conseguir por dos procedimientos: tener un buen tratamiento o tener un mal placebo, y claro… el primer procedimiento es muy complicado. Aquí tenemos un ejemplo de estudio en este sentido, en el que recomiendan NO utilizar muestras extensas en estudios multicentros para el estudio de antidepresivos en chavales, porque cuanto más grande es la muestra y más centros estén implicados en el tratamiento (es decir cuanto más extrapolable es el estudio a la vida real), más efecto tiene el placebo y por tanto podría parecer que los antidepresivos no sirven para nada en el tratamiento de niños deprimidos, ¡Oh!…¡Qué contrariedad!
En esta lucha contra el placebo se han desarrollado sofisticadas técnicas en pos del conocimiento y la salud, buscando como neutralizar el placebo para que parezca que el tratamiento funciona. El más común de estos procedimientos es la utilización de un placebo inactivo, es decir le proporcionamos al grupo control una pastilla de azúcar que no tiene ninguno de los efectos secundarios que se le presuponen a un medicamento (si nos dan algo que huele como un lacasito, sabe como un lacasito, parece un lacasito y además pone “lacasitos” difícilmente tendremos expectativas de curación). Otro procedimiento también muy común, es lo que se conoce como “washup”, algo así como lavado de la muestra. Consiste en un período de prueba anterior al ensayo “real” en el que proporcionamos un placebo a toda la muestra y eliminamos a todos aquellos que responden al placebo, por otra parte eliminamos a aquellas personas que han tenido anteriormente un tratamiento similar y no mejoraron ¿No es cachondo?... el caso es que cuela.
Pues nada (ya me lié) que quería comentaros que una señora lista que estudia las cosas de estudiar, una tal Becca Levy, ha publicado un trabajo muy interesante, que nos cuentan amablemente en el Research Digest blog de
Pues eso, un ejemplo del poder de la expectativa… que si quieres estar sanote cuando te vayas arrugando, está bien que te lo creas, aunque también puedes leer esto que ha publicado mi amigo Jesús… que seguro que también funciona.
3 comentarios:
Coño, sufro por el hombre de la pértiga, ¿sobrevivirá a la caída?.
Es que con las relaciones que se establecen se pierde de vista lo que existe entre A y B. Es como cuando aseguraban que el consumo de TV aumentaba los niveles de colesterol. Pues CLARO QUE SI. Y que vamos a hacer a reglón seguido, ¿blindar las tv por si acaso sean las radiaciones?. Ahhhhh, es que puede ser que al ver la tv quietos (no se me ocurre como se puede ver moviendose, aunque en general es para echarse a correr) engordamos y aumenta lógicamente el colesterol..
Pues lo mismo en el caso este de lo del corazón y la salud y la actitud....¿que hay entre A Y B?.
Un saludo y grácias por el "linkeado".
¿Qué pasa entre A y B? pues parece que un montón de años. El caso es que no se trata de dar una teoría explicativa. Partiendo del ejemplo que cuentas, el error está en intentar dar una teoría explicativa (p.e. la radiación). Evidentemente, cuando hablo de poder de la expectativa, parece que hablas de algo así como poder mental... no es tal cosa. Pero no parece descabellado pensar que las personas que tienen una idea saludable del envejecimiento, adquieran unas costumbres distintas. Parece también evidente, que no es la actitud o la expectativa lo que actúa directamente sobre la salud, sino esas costumbres y hábitos. De la misma manera que no es la mera expectativa del profesor lo que hace que el alumno mejore sus resultados, pero en base a esa expectativa, es probable que el profesor, emplee mecanismos de refuerzo diferentes, tenga otros niveles de exigencia, etc...
Xastamente....
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