Acabo de echarle un vistazo a un número del Journal of Feminist Family Therapy… y eso me hace preguntarme por la necesidad de una “lo que sea” feminista. Partiendo de que el movimiento feminista (y el movimiento por la salvación del sentido común) tuvo un papel importante en la revisión de alguno de los presupuestos que rigieron a alguno de los modelos más importantes de terapia familiar.
Hay que tener en cuenta que la terapia familiar tomó fuerza en los años cincuenta del pasado siglo, lógicamente influida en alguno de sus aspectos por el patriarcado dominante. De ahí que algunos de sus presupuestos requirieron una revisión, para adaptarlos al momento actual. De la misma forma que una teoría psicoanalítica que parecía cuadrar coherentemente para tratar “histéricas” en una Europa de educación victoriana, puede perder sentido al intentar adaptarla con calzador a la problemática actual, dando lugar a floridas interpretaciones, como aquella en que la anorexia se debe a una “ilusión de impregnación” de semen paterno en el alimento ¡¡¿¿??!! (pierdo la regla y se me hincha el vientre debo estar preñada de papi), en la actualidad algunos de los preceptos de la terapia familiar corrían el riesgo de hacerse igualmente folclóricos, si no se sometían a cierta revisión, algunos de ellos son:
Hipótesis de la causalidad circular: una de las principales aportaciones de la teoría general de sistemas, que supone que en una secuencia interactiva no se puede establecer que A determina B, sino que A puede influir sobre B y B sobre A (y en un sistema más abierto, estos estarían influidos por C, D, E…), de manera que establecer que una es la causa y otra el efecto es arbitrario. Esta hipótesis es muy útil para el cambio, pero transformar un “modelo de realidad” en lo que “es la realidad” (en términos korzybskianos; confundir el mapa con el territorio) puede dar lugar a situaciones que muchos entendemos peligrosas. A algunos listos, todavía les parece que en una situación de violencia de género, establecer a uno (casi siempre es él) como victimario y a otro (normalmente ella) como víctima, es una explicación lineal arbitraria; que ambos están inmersos en una situación interactiva en la que el comportamiento de uno es a la vez causa y efecto del comportamiento del otro (lo que puede llevar a un reparto perverso de responsabilidades y culpas). Muy señores míos, pensadores sesudos, independientemente de cómo se desarrolle la situación etc… aquí hay uno que zumba, casca, da leña y otra que encaja, recibe y atrapa, hay uno al que se le pelan los nudillos y otra a la que se le parten los huesos, hay uno que es victimario, agresor, verdugo y otra agredida y víctima.
Concepto de paciente identificado: la persona que sufre el problema “el paciente identificado” es básicamente el equivalente a un síntoma de una estructura o dinámica familiar disfuncional, de modo que modificando esa estructura o dinámica relacional, el “paciente identificado” mejorará. De esta manera nos encontramos en la literatura con familias anoréxicas, familias esquizofrénicas o familias alcohólicas. De nuevo este es un enfoque interesante que ha resultado efectivo en muchas ocasiones, pero también nos podemos encontrar haciendo acrobacias conceptuales si cambiamos de problema y tenemos que sustituir “familia alcohólica” por “familia abusadora”. No es broma, realmente hay explicaciones en la literatura según las que tanto el padre abusador como el niño abusado, son igualmente víctimas del juego de triangulaciones entre los distintos miembros de la familia, hay listos que leyeron libros y eso… y hasta fueron a la universidad, que basaron sus intervenciones con familias en las que el padre abusó de su hija, en que la madre vuelva a recuperar el rol de madre y esposa al que había renunciado (vamos; a fregar que és lo suyo) para que su hija no se viera obligada a ocupar este papel, otros escritos informan de que “el incesto juega un papel en el equilibrio familiar”... vamos, para echarse a temblar.
Por otra parte en ocasiones, el ampliar la visión de la patología del individuo hacia la familia, intentando encontrar explicaciones relacionales a los problemas, a trasladado la atención a los otros significativos, dando lugar a términos como el acuñado por From-Reichman de “madre esquizofrenógena”.
No es extraño que las feministas se tiraran de los pelos. Sin embargo, y reconociendo el papel que ha tenido el feminismo en la revisión de alguno de estos conceptos, no comparto la idea de una terapia familiar intrínsecamente feminista, que puede llevar a interpretar la mayoría de los problemas con los que las mujeres acuden a terapia como consecuencia una situación de opresión patriarcal de manera que, tarde o temprano, nos encontraremos con explicaciones e interpretaciones tan coloristas como las anteriores. Creo realmente que es mejor, cuando hablamos de cuestiones prácticas, dejarse influir por una ideología (feminismo, postmodernismo o el que quieras) que identificarse con él, por eso me declaro fontanero "y" feminista, y no fontanero feminista.
1 comentario:
Estimado Antonio:
Culpabilizar a la víctima siempre ha sido una salida fácil para evitar responsabilidades.
Sólo hay que ver las escandalosas cifras actuales sobre maltrato de género -¿se maltrata más que antes, o es que ahora se habla de ello?-. Sólo hay que oir los comentarios de familiares y vecinos ante una muerte a manos de la pareja o expareja. Sólo hay que fijarse en el sempiterno comentario añadido a la noticia: "No se habían presentado denuncias".
En fin, habría mucho que hablar. Estoy de acuerdo con su comentario.
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