27/7/11

CUESTIÓN DE FE


En el fondo me molesta escribir de estas cosas, primero porque tengo la sensación de que es una colección de topicazos y segundo porque reproduce la solución intentada de “confirmar las sospechas del acusador mediante la autodefensa”, así que es probable que no tenga mucho sentido. Pero me lo han vuelto a decir, sí, aquello de “es que yo no creo en los psicólogos” y no es que me preocupe en este caso en particular, es que la cosa en general parece más seria que una simple anécdota. Cuando uno le dedica su tiempo a una actividad le molesta que le digan que es un bluf, que no vale para nada, que está perdiendo el tiempo y que le está haciendo perder el tiempo y el dinero al prójimo. Si, quizá las agencias de rating se encuentren en una situación similar, pero es probable que sus directivos puedan compensar el disgusto tomando el solete desde su yate (es lo que tiene, llámenme materialista…).

Existe cierta creencia entre los compañeros y compañeras (y aquí va el segundo topicazo) de que a nuestra profesión hay asociado cierto estigma, que las personas no acuden a nuestros despachos todo lo que podrían o querrían por la imagen asociada a esto de las PSI, creencia que se ve reflejada en todos los esfuerzos que realizamos particulares, asociaciones y colegios profesionales en promocionar una imagen más o menos “normalizada” de nuestra actividad, (algo así como: no sólo los locos vienen a vernos). Sin embargo, por una parte esta imagen parece no ser tan real como pensamos y por otra, aunque lo fuera, no creo que sea tan relevante… de hecho no creo que se escuche muy a menudo algo como -perdonadme chicos, os tengo que dejar, tengo cita para un tacto rectal - pues sí, hay cuestiones que preferiremos mantener en nuestra intimidad y está bien que así sea.

En el año 2004 la APA contrató a una consultora (de las gordas) para realizar una encuesta que tuvo algunos resultados reveladores. Le preguntaron a potenciales usuarios por posibles razones para no acudir a servicios de salud mental. Entre todas las razones planteadas, lo relacionado con la imagen o el estigma ocupaba un modestísimo sexto lugar. Las dos razones más importantes tenían que ver con cuestiones económicas; o bien porque no lo cubría su seguro o bien porque le parecía caro. La razón más importante después de las económicas era que la gente no confiaba en obtener resultados. Razones que parecen estar bastante relacionadas entre sí, al fin y al cabo, la carestía no es más que un término relativo, una relación coste-beneficio. Vamos, que la gente no hace uso de nuestros servicios porque parece que no somos efectivos… vamos, que la cosa no compensa.

Desde que Eysenck en los años 50 plantea, lanzando sus ratas contra los divanes, la dudosa efectividad e incluso un efecto dañino de la psicoterapia , como “terapia hablada“, en contraposición a la terapia de conducta., ya han sido muchos los trabajos que han demostrado que esto vale para algo. Los más citados; Smith, Glass y Miller que tras perfeccionar la técnica del metanálisis, realizaron un trabajo en el que concluían que la psicoterapia tenía un Tamaño del Efecto de .80, trabajo que fue muy criticado, pero limado y replicado en múltiples ocasiones obteniendo resultados similares. Parece que esa estimación de una Magnitud del Efecto de .80 es bastante sólida y generalizable al mundo real (Minami, 2008). Bueno, vale… pero eso es mucho, es poco… ¿de qué estamos hablando? . Una interpretación chusca (y exponiéndome a ser sacrificado por los que realmente sepan de esto) es que sobre una población concreta (p.e. afectados por CPA - Caspa Psicógena Agónica), una persona que se encuentre en la media entre aquellos que reciben psicoterapia, se encuentran mejor (menos caspa) que el 79% de los que no la reciben. Tampoco es demasiado aclaratorio, ¿y eso implica que la psicoterapia es efectiva?… pues debe serlo: al menos tanto como lo es el Bypass Coronario para los casos de Angina (ES= .80), bastante más efectiva que el Tratamiento Anticoagulante para el Tromboembolismo, (ES= .30) y descomunalmente más efectiva que el uso (bastante difundido) de la aspirina como tratamiento profiláctico en los problemas coronarios (ES= .03).

El asunto es que algo debemos estar haciendo mal, hacemos algo que funciona, pero el público parece ponerlo en duda. No sé que es exactamente lo que no hacemos bien, pero sospecho que esto no ayuda (desplacen la barra al minuto 10 que es donde comienza el chou):



A uno le dan ganas de hacer un análisis de la personalidad del señor en función de la elección de camisa pero paso... espectacular el análisis "morfopsicológico" de los pómulos o los morros de Sánchez-Camacho (se sale).



Pues el señor en cuestión dice ser Doctor en Psicología CUM LAUDE por la Universidad Autónoma de Barcelona, además de un montón de cosas más en un extensísmo currículum. Últimamente es fácil encontrárselo en los medios haciendo cosas de estas, la última fué un "análisis psicológico" de la dimisión de Camps.

Este otro también se sale (para mí el número uno, donde va a parar), también viene acompañado por un currículum que asusta, premios y reconocimientos para llenar tres vitrinas y un libro publicado cada fin de semana:



Así está el patio... esta es nuestra imagen pública, seguro que no tiene ningún efecto sobre nuestra credibilidad, pero siendo esta nuestra cara... yo también me lo pensaría.

1 comentario:

pere dijo...

Como no soy profesional de nada psi, pués no hago estudios 'científicos', pero igual son ilustrativos.
Ibiza años 70. Un personaje se debate entre el deseo y el no me atrevo respecto a 'las drogas' (hablo de porros, no más). Se le ofrece la oportunidad de probarlo en solitario, no fuera a salirse de madre y lo que pudiera pasar. Día siguiente: ¿que tal te fué? Nada, a mi las drogas no me hacen nada. ¿Y que hiciste después de fumarte tu porro? Nada, me pasé dos horas mirando un trozo de pan.
Como decía, no es nada homologado en metodología científica. Pero ilustra muy bien el 'no me hace nada'. No hace nada quiere decir 'no ocurre según mis espectativas'.
En fin, era solo para apoyar a la profesión que hace 'nada' sin sentirse obligada a recetar algo.
Saludos,